Luego de un día completamente distinto, donde las travesuras de mis sobrinos estaban a la orden del día, uno de ellos haciendo el intento de manejar su monopatin en pleno centro de la ciudad y convertirse en todo un experto en la materia, algo extremo diría. Partimos con destino al parque francisco de miranda, usualmente llamado parque del este, para que los niños tuvieran un lugar un poco menos concurrido para poder jugar. Llega la hora donde los guardaparques informaban que había llegado el momento de dar algo de paz a los animales, debíamos salir del recinto, no obstante para mayor sorpresa, veo como un guacamayo azul y amarillo, supervisaba de manera directa y con un ángulo de visión envidiable, la partida de los visitantes del parque. Se encontraba de espalda a lugar donde me ubicaba, la misma giró, no solo para acomodarse sino para literalmente posar para mi.