El contacto con la naturaleza debe ser un ejercicio imperativo dentro de toda costumbre humana. Para aquellos que vivimos en núcleos urbanos grandes, resulta a veces imposible poder respirar algo de aire fresco. Por muy variados motivos, nos vemos obligamos a vivir en una mezcla de humo, stress y aglomeración muchas veces insoportable. Todo caraqueño sabe que la ciudad cuenta con pocos espacios verdes, pero tiene uno que cubre muchas de estas carencias. El Parque Nacional Warairarepano es el sitio donde nos congregamos comúnmente aquellos que buscamos algo de paz ante el ajetreo citadino. Durante el recorrido por sus bastos senderos es posible encontrarse con escenas dignas de un cuadro de museo. Particularmente disfruto mucho estar en las zonas altas de la montaña mientras el sol cae. Cuando ya es oportuno regresar a la ciudad se encuentra con una luz que baña la vegetación de una forma indescriptible, intenté en muchas oportunidades guardar esta imagen más allá de mi mente, aquí mi mejor resultado.